AVENTURAS DE UN HOMBRE AFORTUNADO

martes, 20 de noviembre de 2007

Atrapado en el Tiempo.




El hombre y el medio: Dos tontos y un apertheid.


































Desde luego, resulta muy difícil, para un chaval de urbanita como yo, luchar contra el apertheid en pleno siglo XXI.

Desde que llegamos a la isla jose y yo hemos intentado ser ese tipo de jefes enrollados. Que juega con los hijos de los trabajadores en la orilla del mar, que hace tortillas de patata y paella los domingos por la tarde... y que deja salir media hora antes si la puesta de sol merece la pena. Pues bien; los trabajadores alucinan, creen que nos hemos vuelto locos, se miran unos a otros y no entienden muy bien dónde está el truco, la trampa, el cartón. El canal fático llega a romperse por completo. La comunicación se quiebra. Les tenemos a todos confundidos.


El negro local está acostumbrado a que el hombre blanco mande, grite y apunte con el dedo desde su sillón de tercipelo. El blanco en africa vive en un continuo exhorto. No hace nada, y apenas sí interactúa en la vida social de sus trabajadores si no es en beneficio propio. Hasta este punto todo bien. Jose y yo hemos logrado que en los ratos de ocio, tambuzi sea divertida e igualitaria.

El problema llega a la hora del trabajo.

Aqui el desconcierto es aún mayor.
Ellos no han visto a un blanco trabajar en su vida. Le beneran por el mero hecho de ser blanco. Y le obedecen. Nos ven sofisticados y con educación. Sabemos leer, escribir y manejar computadoras. Lo sabemos todo. Y por eso nos respetan. Y claro, Jose y yo, en nuestra encarnizada y particular lucha contra el apertheid islenho, y después de todas las charlas que les habíamos metido de que éramos companheros y no patrones y demás psicopedagogía barata, ahora lo teníamos que demostrar en el campo de trabajo.

Vaya show.

En una intentona por seguir su ritmo y costumbres de trabajo, jose y yo, machete en mano, cumplimos sus horarios e intentamos hacer todo lo que ellos. El primer día estaban impacientes por vernos en acción. El hombre blanco, aquel que todo lo sabe, va a ensenhar a todos sus trabajadores las habilidades que le han hecho duenho y senhor de la historia.

Menudo desastre.

Jose se cayó tres veces de un cocotero intentando alcanzar un coco. No lo consiguió. Risas.
(ellos los cogen a docenas)

Yo me tropecé con los cabos de la embarcación y me caí al agua con el cesto de la ropa limpia. Más risas.

Jose estuvo 3 dias con torticolis por llevar un bidón de agua en la cabeza de 15 litros. Las mujeres llevan, aparte del bidón, una pala, y botellas, y 3 kilos de arroz, y un hijo, y un machete, y además, le sobran las dos manos para rascarse un tobillo o dar palmadas y cantar.

Tardé 3 horas en hacerme una mesilla de noche de mierda para mi habitación. Con cuatro patas y un tablero; ellos, mientras tanto, hicieron 2 mesas, un armario, tres bancos y dos sillas de porche plegables maravillosas.

Más risas todavía.

Ellos pescan miles de peces. Nosotros 2.

Ellos abren senderos a golpe de machete; yo tardo una hora en serrar un palo.

Hacen kilometros en cayucos de madera, yo ya he hundido 2.

Ahora, cuando salimos a trabajar, todos rezan por estar en nuestro equipo ese día.

Para descojonarse de la risa. Por supuesto.

Nosotros nos esforzamos al máximo, serramos, trepamos, cargamos, pescamos... y cada día mejoramos un poquito en algo. Ellos aprecian ese esfuerzo; nos ayudan, nos ensenhan pacientemente, y además, se descojonan de la risa.

Claro que es inevitable que se les escapen grandes carcajadas al ver, al gran hombre blanco, al duenho y senhor en los libros de historia, aquel que todo lo sabe, haciendo chapuzas y tropezando a cada paso en las tareas más simples del día a día en una aldea cualquiera del africa del siglo XXI.

Cómo explicarles que en europa tenemos lavaplatos, y planchas, y carretillas, y taladradoras, y que los cocos se compran pelados, y que hay sandías cuadradas y tomates transgénicos...mejor apechugar con las risas, sumarnos a ellas y seguir aprendiendo.

Al final todo se soluciona el domingo con una gran paella y una tortilla de patata. Y sin un solo grito.


Un abrazo y muchas felicidades pa mi cunhada favorita. La única.
FELIZ CUMPLEANHOS BLANQUITA.

domingo, 4 de noviembre de 2007

Crimen y Castigo.

Mocimboa da Paraia es un pueblo tranquilo. Una aldea de pescadores venida a más. Es simplemente una comunidad africana que vive del mar y de la pesca que responde al perfil de la típica comunidad sociable y apacible. Con sus mercados de los domingos, su escuela al aire libre...nada extranho pasa nunca en Mocimboa da Praia. Excepto anoche.

Mocimboa es el lugar donde paso parte del tiempo que no estoy en la isla. Por su cercanía con Tambuzi, es donde llegan los camiones con la madera y maquinaria para la construcción del lodge. Digamos que es así como nuestro centro de operaciones. Almacenamos los barcos, coches, comida...y organizamos la logística para abastecer de sus necesidades a los islenhos, es decir, a jose, a mí, y a los 34 trabajadores que viven con nostros.

Como sabeis he pasado unos fugaces días por Espanha, y a mi vuelta he hecho noche en Mocimboa. A mi llegada a casa pregunté por las novedades, los barcos, los trabajadores...y noté que la gente estaba nerviosa. Algo pasaba en Mocimboa da Praia.
Intenté que me explicaran qué demonios pasaba y todos hablaban a la vez: "Ladrão, ladrão!". Por lo visto, había un ladrón suelto por el pueblo. En dos días había robado un par de cachorros, una gallina, 500 meticales y le habían sorprendido entrando en casa del gobernador a las 4:30 de la manhana, pero se dió a la fuga.

Es raro que aparezcan ladrones en serie en este tipo de comunidades. Primero, porque todo el mundo se conoce. Segundo, porque todo el mundo vive míseramente, y en la miseria, la gente comparte. Y tercero, porque si te cogen, la paliza que te meten es soberana. Asi que seguro que se trata de un forastero. De alguien de otro pueblo que viene a destrozar la apacible vida en Mocimboa da Praia. Verás como le cojan pensé. No se hablaba de otra cosa en la rua...:"El Ladrón".

Llega la noche y la ciudad se queda absolutamente a oscuras. En mocimboa no hay electricidad. Apenas son las 7 de la tarde y el silencio es absoluto. Yo, machacado del viaje, doy las buenas noches y me voy al cuarto. No se escucha nada.
De pronto, a las 3 de la manhana, un fuerte ruido se escucha al lado de mi ventana. Algo ha caído a plomo contra el suelo. En casa tenemos tres guardas con arco y flechas (no bromeo) que estan toda la noche alerta, nadie grita y nadie corre, los guardas no dan gritos, asi que habrá sido una manga que cayó del arbol. Sigo durmiendo.
De nuevo, a las 3:30 otro gran ruido se oye a través de la ventana, esta vez, más lejos, al otro lado de la calle, y ahora si hay gritos, y gente que corre, que balbucea, perros que ladran y ninhos que lloran. "O ladrão!!O ladrão!!". Era él, le tenían.
Salto de la cama y medio desnudo me echo a la calle con una linterna. Todo el mundo grita. Me acompanha Ruiz, nuestro encargado de la casa. En la calle se forma una polvareda que se mezcla con los chorros de luz de las linrenas y las candelas. La confusión es increible. Se escuchan tremebundos ruidos de palos y patadas y alguien que gime entre la cortina de humo y luz.
De pronto ahí esta, la cara del ladrón. Arrastrandose por el suelo pidiendo clemencia...

Los linchamientos son la forma más común de justicia popular aquí en africa. En los barrios de la capital nisiquiera sales vivo si eres pillado en barrio ajeno robando un tomate. A la escaramuza se unen viejos y ninhos, senhoras con escobas, cacerolas, jóvens con palos...todo el mundo suelta la mano cuando el ladrón está acorralado. Y suerte tiene si sale vivo.

Anoche la gente se volvió loca, todos contribuyeron con lo que tenían a mano; suerte tuvo el ladrón de salir vivo.... Yo, atónito, sujetaba mi linterna sin poder hacer nada. No sabía si salir en nombre de la paz con los brazos en alto, o bien coger un melón y tirarselo a la cabeza al ladrón.
Por lo visto, éste fue afortunado, álguien conocía a su familia del pueblo de al lado y decidieron indultarle echándolo a patadas entre risas y silbidos de la multitud saciada de justicia. Al último, no tan afortunado, todavía le buscan en el fondo del mar.

En fin, crimen y castigo senhores. Africa Bambata.
Yo me voy pa mi isla; a comer langosta y a tomar el sol.

un abrazo.