ROAD TRIP 2005-2007
(San Francisco - Buenos Aires)
O
L
C
A
N
D
E
A
G
U
A
GUATEMALA
A
T
I
T
L
A
N
50.000 kilometros, 23 meses, 17 fronteras, 750 buceos, 32 tortillas de patata, 77 speguetis bolognessa, 287 pollos con arroz, 45 camas, 415 cervezas, 3418 canciones, 23 mordidas,
2 noches en la carcel, 21 rancheritas,1 marmitaco, 3 pares de chanclas, 3401 sonrisas, 1 sandwich club, 7 empleos...2 amigos y una furgoneta de 1986. Nuetra van: la "Tali-Van".
El Inicio de un Sueño.
Desde niño pensé en dar la vuelta al mundo. Muchos lo hacemos. Soñaba con cruzar desiertos subido a lomos de un dromedario saharaui, me imaginaba comprando especias en algún mercado marroquí, avistando el lomo de una ballena jorobada desde un barco pirata…era mi propio protagonista en sueños tropicales en la polinesia, durmiendo en cabañas de bambú en Tailandia o corriendo detrás de locomotoras de vapor en Londres.
Con el paso del tiempo empecé a viajar, a conocer otras realidades, otros olores, otros sabores….y comprendí que todo aquello que soñaba de pequeño no era más que una realidad que corría paralela a mí y que podía ser descubierta. Una realidad que se destapaba ahí mismo en el firmamento, y que la podemos tocar con los dedos si estiramos bien los brazos.
Comencé a leer a los grandes: a Julio Verne, a Kerouak, a Homero…y todos estos viajeros visionarios no hicieron más que engordar mi ilusión por vivir una propia Odisea, mi Calypso, mi Camino. Indudablemente era el momento de ponerse On The Road.
Lo primero era buscar una ruta. Soñarla, pensarla, darle forma. Esta vez mi imaginación iba más allá de dromedarios y elefantes. Esta vez mi cabeza tenía la imagen adolescente de carreteras californianas. La Road One. La ventanilla de una antigua Volkswagen abierta mientras Fortunate Son de “la Creedence” suena bien alto en el estéreo. Ver como las olas del Pacífico rompen en los acantilados, trazar los bordes de las curvas del Big Sur, hipnotizarse con los neones de Los Angeles, estacionar en doble fila en Sunset Boulevard…ahí tenía que empezar mi aventura, en California.
Ahora había que pensar el medio de transporte. Una furgoneta. La idea de la furgoneta me gustaba. Ir con la casa a cuestas, como los caracoles. Un nómada de la carretera. La capacidad de amanecer cada mañana en una playa diferente y ver cada noche estrellas desde distintos horizontes me proporcionaba un sentimiento de libertad tan agradable que merecía la pena perseguir su rastro.
Sólo quedaba una cosa más. La más importante. Y la más delicada. Un compañero. Alguien con quien compartir un sueño. ¿De verdad haría falta un compañero? Por supuesto que no, pero esas cosas no se eligen, esas cosas las trae el viento. Y el viento esta vez me regaló a Javi, mi compañero del alma.
Los planes de viaje eran comprar la furgoneta en San Francisco. Bajar por la costa pacífica hasta Puerto Escondido (México) y cruzar al caribe. Combinar el surf y el buceo era una idea poderosa que nos rondaba la cabeza. Incluso la opción de hacernos instructores de diving y poder trabajar por el camino dándonos la oportunidad de conocer el mundo submarino en los diferentes continentes era algo que empezaba a abrirse hueco en los planes. Una vez estudiado el recorrido por el este y el oeste del continente americano, acordamos establecer como último punto en este continente Isla Magdalena, en la Patagonia Chilena. Donde acabaría nuestro primer asalto.
De ahí iríamos a Australia, en barco. Exprimiríamos nuestra cabeza para encontrar el modo de embarcar nuestra Volkswagen y llevarla con nosotros allá donde fuésemos; subiríamos por Oceanía al Sudeste Asiático, tocar la India y embarcar a Sudáfrica, Mozambique, Madagascar…recorrer el Massai Mara y subir por el oeste africano hasta la Europa andalusí.
Es posible que los medios de transporte cambiasen. El dinero se agotaría, las fuerzas flaquearían; pero la mirada siempre tendría que mirar al frente, y el equipo permanecer unido, eso era los más importante.
Dicen que no es bueno hacer tantos planes. Que hay que improvisar. Pero en un viaje de esta envergadura hace falta tener siempre un destino, un objetivo, un paso adelante, una frontera más que cruzar. Igual que en la vida. Para no estancarse.
El 7 de Octubre del 2005 todo estaba listo. Los billetes a San Francisco nos quemaban en el bolsillo. Los macutos armados. La familia dando los consejos finales como el entrenador que da las últimas instrucciones al púgil antes de saltar al cuadrilátero. El corazón en un puño, y los bolsillos cargados de sueños e ilusiones. Sólo un billete de ida; y por delante, veintitrés años de sueños que por fin iban a cobrar vida. Una vez en el avión todo da comienzo: ya no hay vuelta atrás. Adelante.
Poco a poco veremos en que se convierte este periplo alrededor del mundo. Consejos, trucos, artimañas…en definitiva: aventuras. Historias de dos viajeros que surcan las carreteras en búsqueda de recuerdos, experiencias y cultura.
De pequeños muchos soñamos con lugares alucinantes.
En nuestras manos esta convertirlos en realidad o en un simple disparate.
cALLEJON DE HAMELL. LA HABANA.
iSLA gRANDE . bRASIL
